Abriendo los ojos...
Miro a mi alrededor y está casi desierto, solo una chica francesa habla por teléfono. Mi mente desaparece del mundo y todo se desvanece. El tiempo pasa sorbo a sorbo inmerso en números que dan vueltas en mi cabeza.
El leve sonido que me rodea me hace levantar la vista, no se parece en nada al momento en que llegué. Todo parece surrealista aquel libro que la noche anterior leí, El Si de las Niñas, se está convirtiendo en realidad ante mis ojos con una leve adaptación en el tiempo. A mi lado una pareja idéntica a Don Diego y Doña Francisca; él muchos años mayor que ella, todo un amor por conveniencia en el que él siente un profundo cariño pero en los ojos de ella no es reflejado. En frente, otra pareja recién llegada representan el amor de Doña Francisca y Don Carlos; ella joven e inexperta, no pasará de los 18 años, mientras que él más mayor que ella, alrededor de 30 años, la abraza y la desea, un amor tal vez no bien visto ahora en la actualidad pero cada vez más habitual. Quien diría que aquel neoclasicismo que anoche leí, esas letras que bordean los números de mi cabeza, se haría realidad a mi alrededor.
Saliendo del mundo de los libros podía ver cuatro solitarias personas entre las cuales me incluyo, todos inmersos en los pequeños mundos internos. Tres de nosotros, Miguel, Jaime y yo, realizábamos estudiosamente nuestro trabajo; mientras que Paula observa todo el movimiento que nos rodea con gran interés. Yo permanezco en un lado estudiando y observando todo aquello que desconozco sin que nadie se fije en mi presencia y alterar este orden que me ha susurrado suavemente ser analizado.