Lo siento pero no me he quedado a gusto con el post anterior. Nadie podía entenderlo, ni siquiera yo dentro de un mes.
¿Por qué de vez en cuando le echo de menos? Tal vez esta frase hubiera sido mejor como título pero últimamente no me gusta poner título a las cosas, repelo dar un nombre a las situaciones. Si, lo echo de menos y no debería. Ha formado parte de mi vida pero no especialmente, ni siquiera le recuerdo cuando era pequeño, cuando tenía menos años de los que tengo yo ahora. Le reconozco por alguna foto que hay en su casa, pero jamás le recuerdo así, es tan diferente... Casi nunca estaba, cuando estaba, estaba en su habitación, en su mundo, un mundo aparte, un mundo en el que sigue estando y en el que me gustaría entrar a mi. Planeo situaciones que terminen en cafés, copas y largas conversaciones. Películas que le gusten y algo nuevo que pueda enseñarle a cambio de todo lo que aprendo cada vez que hablo con él. Conversaciones saturadas de excentricismo adorable y miradas palpitantes, momentos que me hacen sentir bien y palabras adecuadas en momentos idóneos. ¿Como lo consigue? Se que no lo sabe. No sabe que es capaz de conseguir todo eso, yo no se lo diré. Así es perfecto. Saludos veloces que se convierten en horas de conversación. Demasiado lejos para llevar a cabo conversaciones, ahora está contento, lo tiene todo, huyó pero vuelve muy a menudo. Lo consiguió.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home