Aborrezco mis pensamientos, repudio en lo que se han convertido.
Desprecio mi dependencia y detesto mis inseguridades.
Saboreo mis miedos y me dejo llevar.
Paladeo los días deleitándome de los desprecios transformados en ilusiones.
Anhelo los deseos cautivados por tréboles de cuatro hojas deslumbrantes, casi transparentes, que se esconden por miedo a ser destruidas.
Odio reflexionar a cada instante que puedo estar lejos. Pensar que las gotas son camicaces que quieren desaparecer del mundo y cuya única finalidad es su autodestrucción.
Disfruto de la situación, soñadora impasible, esquivando un final inesperado que la convierta en una de esas gotas camicaces que se aproximan a gran velocidad hacia la ventana para resbalarse lentamente.
Aprovecho cada momento, me gusta. No podría despreciarlos. Disfruto recordándolos y viviéndolos. Pensando qué podré hacer la próxima vez, quizás algo aburrido, quizás algo sorprendente, quizás, quizás, quizás... Olvido los miedos y sigo adelante. Quiero viajar, quiero ir al teatro, quiero ir al cine, quiero ir a la Filmoteca, quiero conocer algún sitio nuevo, quiero ver Madrid iluminado por la navidad. Lo quiero todo.
1 Comments:
Uf...Me veo demasiado identificada con tu post...Desde lo de quererlo todo hasta despreciar tu dependencia y tus inseguridades.
Qué difícil es superarlas...Está esa asignatura pendiente. Pero se puede. Sólo que a veces da rabia y te gustaría no ser así...
Besos, y vete a ver Madrid iluminado...Verás qué bonito ;)
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