The Postal Service

Todas los desvarios de una joven de 21 años que no sabe como llevar el día a día. Muchas veces pensando y otras veces actuando.

miércoles, diciembre 17, 2008

A estas alturas de la vida existen casualidades. Oportunidades que no puedes rechazar, que sabes que deberías aprovechar pero que sabes que no puedes, que es imposible.
Segundo año de carrera de una doble licenciatura y Escuela de Idiomas. Sin darme cuenta ocupan todo mi tiempo, unas semanas sin hacer nada y otras demasiadas horas ocupadas. Estoy en una de esas épocas en las que no tengo tiempo para nada más, es complicado incluso sentarte en el sillón para ver la televisión un rato sin estar mientras tanto haciendo algo, tal vez una práctica o leyendo algún artículo que debes conocer para el día siguiente.
Por las casualidades de la vida, ayer, en una entrevista conocí a dos personas, estudiantes de mi facultad en otras carreras, y me ofrecieron la oportunidad de ver como funcionaba su empresa, una multinacional, y si me interesaba hacer la entrevista y trabajar con ellos. Es una propuesta especialmente interesante porque conseguiría experiencia en una de las carreras a unas alturas muy tempranas lo que me daría bastantes ventajas y por otros lado, además de no estar muy lejos, resulta que solo había que ir cuatro horas a la semana a la empresa a trabajar, el resto lo podías hacer cuando quisieras, pagan por productividad (es un problema pero, a la vez, ventajoso teniendo en cuenta que no tienes que ir allí nada más que esas cuatro horas a la semana).
No se que hacer. Por un lado quiero informarme mejor y por otro me gustaría saber si de verdad encontraré tiempo para hacer todo, la carrera no la puedo atrasar ni un año por los problemas que ya tengo con respecto al Plan Bolonia y la desaparición de una de mis licenciaturas... Tal vez retrasarlo para después de los exámenes de febrero sería una idea, pero ya sería demasiado tarde para poder conseguir ese puesto de trabajo.

domingo, diciembre 14, 2008

Lo siento pero no me he quedado a gusto con el post anterior. Nadie podía entenderlo, ni siquiera yo dentro de un mes.
¿Por qué de vez en cuando le echo de menos? Tal vez esta frase hubiera sido mejor como título pero últimamente no me gusta poner título a las cosas, repelo dar un nombre a las situaciones. Si, lo echo de menos y no debería. Ha formado parte de mi vida pero no especialmente, ni siquiera le recuerdo cuando era pequeño, cuando tenía menos años de los que tengo yo ahora. Le reconozco por alguna foto que hay en su casa, pero jamás le recuerdo así, es tan diferente... Casi nunca estaba, cuando estaba, estaba en su habitación, en su mundo, un mundo aparte, un mundo en el que sigue estando y en el que me gustaría entrar a mi. Planeo situaciones que terminen en cafés, copas y largas conversaciones. Películas que le gusten y algo nuevo que pueda enseñarle a cambio de todo lo que aprendo cada vez que hablo con él. Conversaciones saturadas de excentricismo adorable y miradas palpitantes, momentos que me hacen sentir bien y palabras adecuadas en momentos idóneos. ¿Como lo consigue? Se que no lo sabe. No sabe que es capaz de conseguir todo eso, yo no se lo diré. Así es perfecto. Saludos veloces que se convierten en horas de conversación. Demasiado lejos para llevar a cabo conversaciones, ahora está contento, lo tiene todo, huyó pero vuelve muy a menudo. Lo consiguió.


The American Store

Un caramelo Wonka me sacará de los pensamientos absurdos sobre planes erróneos que quiero pero no quiero hacer, sueños perdidos en el olvido.

sábado, diciembre 13, 2008

Me enfado porque teniendo un plan que me apetece muchísimo no puedo ir por comer con mi familia. Llegar a casa y descubrir que la comida no está hecha y el resultado es esa comida asquerosa que no llega a ser ni comida. Aliviar el hambre con palomitas de colores.

Me enfado porque me obligan a ver el partido de fútbol. No soporto el fútbol, quería ver una película. Odio el fútbol. Tengo que verlo o discutir con todo el mundo e irme a un rincón para leer un libro. Tengo que soportar que se enfaden conmigo por hacer eso o verlo.

Me enfado porque deciden que estoy insoportable y que vengo para discutir cuando solo quiero no hacer nada. Ir a otra habitación, poner música y simular que hago algo para que así no me molesten más.

martes, diciembre 09, 2008

Aborrezco mis pensamientos, repudio en lo que se han convertido.
Desprecio mi dependencia y detesto mis inseguridades.
Saboreo mis miedos y me dejo llevar.
Paladeo los días deleitándome de los desprecios transformados en ilusiones.
Anhelo los deseos cautivados por tréboles de cuatro hojas deslumbrantes, casi transparentes, que se esconden por miedo a ser destruidas.
Odio reflexionar a cada instante que puedo estar lejos. Pensar que las gotas son camicaces que quieren desaparecer del mundo y cuya única finalidad es su autodestrucción.
Disfruto de la situación, soñadora impasible, esquivando un final inesperado que la convierta en una de esas gotas camicaces que se aproximan a gran velocidad hacia la ventana para resbalarse lentamente.
Aprovecho cada momento, me gusta. No podría despreciarlos. Disfruto recordándolos y viviéndolos. Pensando qué podré hacer la próxima vez, quizás algo aburrido, quizás algo sorprendente, quizás, quizás, quizás... Olvido los miedos y sigo adelante. Quiero viajar, quiero ir al teatro, quiero ir al cine, quiero ir a la Filmoteca, quiero conocer algún sitio nuevo, quiero ver Madrid iluminado por la navidad. Lo quiero todo.


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