La última página

Estoy cansada de conversaciones de menos de 3 minutos. De llamar y que la única escapatoria sea colgar. De propuestas absurdas y de mentiras.

Odio leer todos esos mensajes atrasados que nunca quiero borrar. Consiguen hacerme recordar cada momento, todas las situaciones que rodean esas palabras.
Muchos de ellos permanecerán siempre en ese cuaderno Muji tamaño bolsillo que dejó de escribirse hace casi medio año, ese que dejó de contar mis enfados, mis ilusiones y mis días. Tienen tantas connotaciones esos mensajes que me asustan.
Gente presente con actitudes presentes que en momentos nostálgicos mandan mensajes propios de otro tiempo que te hacen replantearte si esas historias volverán a salir a la luz cuando la situación sea menos contradictoria y más factible. Gente actualmente poco presente que ha cambiado tanto que apenas la reconoces...
Situaciones buenas y situaciones malas -eso es todo- pero por alguna razón no quieres olvidarlas.

Diferencias existentes entre un ciudadano de Florida y un madrileño

“Estudiando” Derecho Civil pienso. Me pregunto si todas las personas pensamos igual. Si todos queremos lo mismo y buscamos lo mismo en la vida. Estoy segura de que la finalidad es la misma, pero el camino que seguimos es totalmente diferente. Como si tuviéramos múltiples personalidades y cada una quisiera hacer algo diferente. Todas y cada una de ellas pensando siempre en ella, como si no existiera el mundo. Uno quería hacer las cosas siempre bien y el otro en cambio quería romperlo todo. El tres pensaba que nada importaba y el cuatro siempre quería dormir. El quinto siempre proponía que corrieran a donde fuera lejos, lejos. Y el sexto sólo pensaba en follar. Al siete sólo le importaban las canciones. Al ocho solo lo que pudieran decir, al nueve como sonarían si la tocara otro y el diez se preguntaba si te iban a gustar después de una semana sin hablar. El once nunca se inclinaba y el doce siempre tenía una opinión, el trece se encargaba de la buena suerte y el catorce nunca quería mirar atrás.

Escuchando... Ivan Ferreiro - Personalidad múltiple

Si te vas, escríbeme, ¿eh, señor pájaro-que-da-cuerda? A mí me gusta recibir cartas larguísimas. Pero no hay nadie que me escriba.

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Haruki Murakami